lunes, 29 de octubre de 2007

Libertad religiosa.

LA LIBERTAD RELIGIOSA.

La libertad religiosa consiste en que cada persona puede elegir su religión de acuerdo con su propia conciencia, después de haber examinado y reflexionado seriamente sobre el tema (a base de lecturas, consultas, meditaciones); de tal manera que ni el Estado ni cualquier “otra institución” tiene facultad para imponer a sus súbditos una determinada religión.

La libertad religiosa se deduce a partir de la libertad de conciencia. No es más que la consecuencia de ese derecho fundamental e inalienable que todo hombre tiene para usar su libre albedrío en la determinación de su propia vida.

De hecho existen varias religiones, varios modos de relacionarse con Dios. La misma naturaleza de las cosas es la que va marcando al hombre cuál es la mejor y más acorde con la verdad. Y en función de ese conocimiento es como se debe elegir la propia religión.

La libertad religiosa no implica indiferencia religiosa. Solamente la mala fe puede torcer el sentido de la libertad, haciéndola consistir en una indiferencia para con toda religión o en una postura de absolutismo personal que se deja llevar por el capricho y que se niega a reconocer las limitaciones reales de la libertad y la fundamentación objetiva de la verdad, a la cual siempre hay que someterse.

La verdad es una y no admite contradicciones consigo misma. Por lo tanto, en el momento en que las diferentes religiones se contradicen, se puede concluir que no todas son verdaderas. Y la bondad de una religión está en función de su verdad.

De cualquier modo, es necesario buscar y subrayar lo que es común a varias religiones, en lugar de insistir en lo que difieren. De hecho, hay mayores motivos de acuerdo y unión (por ejemplo, entre las diferentes religiones cristianas) que de separación y de ataque.

(Pasaje tomado del Libro: "ETICA" del Dr. Raúl Gutiérrez Sáenz", editorial Esfinge, páginas: 119, 215, 225.)

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